"No contemplaba los cadáveres sino como vehículos para resolver los casos que tenía entre manos, como figuras en blanco y negro. Sin embargo, cada detalle íntimo de las víctimas que iba conociendo suponía una pincelada de color que, poco a poco, terminaba por mostrarle a los seres humanos ocultos tras la investigación de un asesinato".
Una novela policíaca, muy bien escrita, con unos toques de humor que la hacen muy entretenida. Cuando te vas metiendo en la historia, no puedes dejar de leer, te engancha y mantiene el misterio hasta el final
Es una novela pausada, en la que además de irte introduciendo en la investigación policial sobre la muerte de Justo Castelo, hace que te enamores de Galicia. Te muestra su gastronomía (por ejemplo, te enseña a cocer los percebes), la forma de ser de sus gentes que “nunca hablan claro” (son muy divertidos los encontronazos del aragonés Estévez con los pescadores), describe sus paisajes, sus tabernas... incluso aprovecha y hace una crítica al boom inmobiliario que ha cambiado el paisaje de muchos pequeños pueblos pesqueros.
Yo no leí la primera parte “Ojos de agua” así que no sé si me perdí datos sobre Leo Caldas y su relación con Alba, sus problemas con su padre... El personaje me ha caído muy bien, recuerda a los detectives americanos. Es muy solitario, está centrado en su trabajo y resignado a la soledad después de romper con Alba.
"Lo que se ha roto alguna vez no recupera su estado original"
El libro de idiotas que lleva el padre de Leo me parece una genialidad.
