“Los libros alimentan nuestras mentes y nos hacen libres”
El libro al pincipio tenía muy buena pinta pero al final me ha decepcionado. Tiene muchos altibajos, unas partes te enganchaban mucho pero llegabas a otras que se te hacían muy pesadas y no te apetecía seguir leyendo.
Además, al ser un libro con tantos datos, descripciones, historias, conceptos... tienes que estar muy concentrada en su lectura para no perderte nada. Así que llega a hacerse bastante difícil.
La novela te permite acercarte a la historia china: dinastías, luchas de poder, tradiciones... se nota que la autora ha hecho una gran labor de documentación.
Me ha gustado mucho todo lo relacionada con su filosofía: el tai-chi, feng-sui, teoría de los cinco elementos que forman la vida y la energía (fuego, madera, tierra, metal y agua), el ying-yang y el orden de las cosas (felicidad, longevidad, salud y paz). Aunque también nos muestra su lado más negativo, como que hay un gran machismo porque en la novela vemos como a las mujeres de la expedición las ignoran, negandose incluso a escucharlas.
El personaje de Elvira me ha caído muy bien, es una mujer con un buen sentido del humor, irónica, fuerte... que encuentra la seguridad que le falta en esta aventura y que es capaz de recoger toda la sabiduría de este país y adaptarse a las situaciones que se le presentan, como pasar de ser una mujer independiente a hacerse cargo de dos jóvenes. En el libro se dice: “Los viajes tienen ese poder mágico sobre el tiempo y la razón... al obligarte a romper con las costumbres y los miedos, que sin darnos cuenta, se han vuelto gruesas cadenas”
A Elvira y a su sobrina Fernanda las podemos comparar con el ying y el yang, son opuestas. Una es liberal, moderna y feminista y la otra es anticuada, beata y llena de apatía. Pero siguiendo la teoría de que “los opuestos complementarios al apoyarse y oponerse, recíprocamente, generan el movimiento, la evolución y, por tanto, el cambio” consiguen apoyarse mutuamente, aprovechar la oportunidad que les brinda la vida y evolucionar.
