martes, 2 de octubre de 2012

"Una casa llena de palabras" de Eleanor Brown



“No hay problema que no se pueda solucionar con un carné de biblioteca”








Esta frase actuó como un anzuelo que no pude evitar picar. No me arrepiento aunque no es una novela que recordaré durante mucho tiempo.


James Andreas es profesor de literatura inglesa en el Barnwell College, Ohio, y está especializado en William Shakespeare. Su amor por la obra del Bardo inmortal llega a tal punto que sus lecturas se limitan a cosas escritas por, de o sobre este autor, para comunicarse o expresar sus opiniones suele utilizar frases copiadas de sus obras y sus tres hijas llevan nombres de las protagonistas de sus libros.

Cuando a su mujer (no recuerdo el nombre) le diagnostican un cáncer, sus tres hijas deciden volver a la casa familiar para ayudar a su madre a recuperarse de la enfermedad. O al menos, ése es el pretexto que utilizan.

Rose, de 33 años, es la hermana mayor. Siempre ha sido la más trabajadora, organizada, poco amiga de los cambios, mandona y con la necesidad, casi enfermiza, de sentirse útil e imprescindible para los demás. Trabaja de profesora asociada en la Universidad de Columbus y tiene una relación estable con Jonathan, también profesor de la universidad. Aunque su relación marcha bien, no pueden ser más distintos: el es aventurero, quiere conocer otras universidades, otros países, colaborar en otras investigaciones; ella siempre ha soñado obtener una plaza de profesora en su ciudad de nacimiento y llevar una vida tranquila sin ningún sobresalto.

Bianca, más conocida como Bean, de 30 años, es la segunda hermana. Es la más atractiva y coqueta, su sueño siempre fue vivir en Nueva York y se dedicó en cuerpo y alma a conseguirlo. Aunque su vida en la Gran Manzana y su trabajo en el departamento de Recursos Humanos de un importante bufete de abogados no serán exactamente lo que esperaba.

Cordelia, o Cordy, de 27 años, es la hermana pequeña. Es la más cariñosa y la niña mimada de la familia. A los veinte años decidió que no quería graduarse y se marchó a recorrer mundo. Lleva siete años vagando por el país, trabajando de camarera o cocinera para ganar algo de dinero, viviendo en casas compartidas u ocupadas, utilizando su cuerpo para conseguir lo que necesitara: comida, alojamiento, transporte, sexo... En la Baja California vivirá una semana de pasión con un pintor algo madurito y muy torturado que tendrá una consecuencia inesperada.

Su vuelta a casa será complicada. A la necesidad de cuidar de su madre se le une la obligación de poner en marcha sus vidas: buscar un trabajo en su ciudad, resolver los problemas que acarrean, aceptar sus fracasos ante la vida que habían elegido, admitir la posibilidad de perder lo que más les importa, buscar nuevos caminos y sueños y hacer todo lo posible por adaptarse a ellos.

La autora nos cuenta los fracasos y esperanzas de esta hermandad con un completo surtido de recuerdos, emociones, deseos, esperanzas y lamentos.

El libro se deja leer, está muy bien contado y algunas partes se devoran a buen ritmo, pero hay cosas que no me han gustado nada, como las referencias al pasado, sus anécdotas de niñas (aburridas) y mostrar la  religión y el acercamiento a la iglesia como medio infalible para reformarse. También me ha sorprendido que aunque las chicas estén leyendo continuamente no se nombre ningún libro o que sean lectores voraces a las que no les importa qué leen. El vicio de su familia son el desorden y la literatura, hay libros en cualquier sitio de la casa (cocina, despensa, baño, comedor, recibidor, muebles del pasillo...) y simplemente cogen el que tienen más a mano lo abren por donde se les figuren y leen. Cuando se cansan los dejan donde les apetece y no vuelven a acordarse de él. Muy organizados. 


 
¿Cómo explicar lo que significan para nuestra familia los libros, la lectura, el regalo de las bibliotecas, las páginas?




Entradas relacionadas

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...