“No hay problema que no se pueda
solucionar con un carné de biblioteca”
Esta frase actuó como un anzuelo que
no pude evitar picar. No me arrepiento aunque no es una novela que
recordaré durante mucho tiempo.
James Andreas es profesor de literatura
inglesa en el Barnwell College, Ohio, y está especializado en
William Shakespeare. Su amor por la obra del Bardo inmortal llega a
tal punto que sus lecturas se limitan a cosas escritas por, de o
sobre este autor, para comunicarse o expresar sus opiniones suele
utilizar frases copiadas de sus obras y sus tres hijas llevan nombres
de las protagonistas de sus libros.
Cuando a su mujer (no recuerdo el
nombre) le diagnostican un cáncer, sus tres hijas deciden volver a
la casa familiar para ayudar a su madre a recuperarse de la
enfermedad. O al menos, ése es el pretexto que utilizan.
Rose, de 33 años, es la hermana mayor.
Siempre ha sido la más trabajadora, organizada, poco amiga de los
cambios, mandona y con la necesidad, casi enfermiza, de sentirse útil
e imprescindible para los demás. Trabaja de profesora asociada en la
Universidad de Columbus y tiene una relación estable con Jonathan,
también profesor de la universidad. Aunque su relación marcha bien,
no pueden ser más distintos: el es aventurero, quiere conocer otras
universidades, otros países, colaborar en otras investigaciones;
ella siempre ha soñado obtener una plaza de profesora en su ciudad
de nacimiento y llevar una vida tranquila sin ningún sobresalto.
Bianca, más conocida como Bean, de 30
años, es la segunda hermana. Es la más atractiva y coqueta, su
sueño siempre fue vivir en Nueva York y se dedicó en cuerpo y alma
a conseguirlo. Aunque su vida en la Gran Manzana y su trabajo en el
departamento de Recursos Humanos de un importante bufete de abogados
no serán exactamente lo que esperaba.
Cordelia, o Cordy, de 27 años, es la
hermana pequeña. Es la más cariñosa y la niña mimada de la
familia. A los veinte años decidió que no quería graduarse y se
marchó a recorrer mundo. Lleva siete años vagando por el país,
trabajando de camarera o cocinera para ganar algo de dinero, viviendo
en casas compartidas u ocupadas, utilizando su cuerpo para conseguir
lo que necesitara: comida, alojamiento, transporte, sexo... En la
Baja California vivirá una semana de pasión con un pintor algo
madurito y muy torturado que tendrá una consecuencia inesperada.
Su vuelta a casa será complicada. A la
necesidad de cuidar de su madre se le une la obligación de poner en
marcha sus vidas: buscar un trabajo en su ciudad, resolver los
problemas que acarrean, aceptar sus fracasos ante la vida que habían
elegido, admitir la posibilidad de perder lo que más les importa,
buscar nuevos caminos y sueños y hacer todo lo posible por adaptarse
a ellos.
La autora nos cuenta los fracasos y
esperanzas de esta hermandad con un completo surtido de recuerdos,
emociones, deseos, esperanzas y lamentos.
El libro se deja leer, está muy bien
contado y algunas partes se devoran a buen ritmo, pero hay cosas que
no me han gustado nada, como las referencias al pasado, sus anécdotas
de niñas (aburridas) y mostrar la religión y el acercamiento a la iglesia como medio infalible para reformarse. También me ha sorprendido que aunque las chicas estén
leyendo continuamente no se nombre ningún libro o que sean lectores
voraces a las que no les importa qué leen. El vicio de su familia
son el desorden y la literatura, hay libros en cualquier sitio de la
casa (cocina, despensa, baño, comedor, recibidor, muebles del
pasillo...) y simplemente cogen el que tienen más a mano lo abren
por donde se les figuren y leen. Cuando se cansan los dejan donde les
apetece y no vuelven a acordarse de él. Muy organizados.
¿Cómo explicar lo que significan para
nuestra familia los libros, la lectura, el regalo de las bibliotecas,
las páginas?