"Libro y lector, los dos juntos en el momento adecuado de la vida de cada uno, eso puede producir chispas, una llamarada, una hoguera, puede cambiar una vida"
Me ha encantado escuchar a esta bibliotecaria. No tenía ni idea
de lo que iba el libro así que ha sido una agradable sorpresa.
Mientras que la protagonista iba sacando toda la soledad que lleva
dentro yo cada vez estaba más cautivada con su discurso,
especialmente en todo lo referido a los libros y la lectura.
Nunca pongo la sinopsis oficial de los libros pero el de éste me
ha gustado mucho.
"Ni siquiera tiene nombre. Y es que nadie habla con ella,
como no sea para pedir libros en préstamo. Su consuelo: las buenas
lecturas (siempre de autores muertos) y estar rodeada de seres
incluso más tristes que ella.
Se pasa los días ordenando, clasificando, poniendo signaturas. No
pensaba ser bibliotecaria, pero abandonó las oposiciones por un
hombre. Ahora el amor le parece una pérdida de tiempo, un trastorno
infantil. Claro que el deseo es muy traicionero, y ella guarda unos
pendientes en el cajón.
Preferiría la sección de historia a la de geografía, allí en
el sótano de una biblioteca de provincias, donde lleva la mitad de
la vida, donde ya empieza a ser vieja, pero el anonimato al menos le
concede pequeñas venganzas. De las que quizás solo ella se percata.
Porque, además, en el orden de la biblioteca se cifran las
jerarquías de la vida: la de los ricos y los pobres, los
privilegiados y los subalternos, los que tienen un amor y los que no.
Pero cuando no hay nadie, cuando la biblioteca está cerrada,
incluso puede -y sabe- darle voz a su neurosis, a sus angustias, al
vértigo del saber libresco. Y entonces descubrimos que los
neuróticos pueden ser buenos narradores, cosa no tan evidente. Cosa
que tal vez logran, sobre todo, los buenos fingidores, los escritores
que dan vida a los buenos personajes.
Sólo le queda, pues, la literatura. Para elevarse, dice ella. Los
libros, los buenos libros. Y quizá, también, los buenos lectores,
que van a la biblioteca en busca de algo más que calefacción o aire
acondicionado, y que dan vida a las grandes historias, como el breve
monólogo de esta mujer insignificante, que relata su desencanto con
acritud y humor. ¿O es un diálogo? ¿O acaso la pregunta tiene
sentido?"
Mi resumen va a ser muchísimo menos interesante que éste, pero
aquí va.
La protagonista de “Signatura 400” es una bibliotecaria
francesa, desconocemos su nombre y su edad, encargada de la sección
de geografía. Su vocación era ser profesora pero lo dejó todo por
amor y se trasladó a una pequeña ciudad de provincias, en la que
sigue viviendo aunque Arthur, su marido, la abandonó hace tiempo.
Un mañana al entrar al trabajo descubre que uno de los usuarios
habituales se quedó encerrado y ha pasado allí la noche. Empieza a
hablar con él, primero sobre asuntos profesionales y después sobre
temas mucho más personales.
En este largo monólogo, escrito con un lenguaje sencillo y
coloquial, iremos conociendo sus opiniones sobre asuntos muy
variados: la Clasificación Decimal Universal o CDU, la historia de
Francia y de las bibliotecas francesas, la cultura y la política, la
función de las bibliotecas, la literatura de moda y best-sellers,
los usuarios de las bibliotecas y cómo se transforman según las
estaciones del año, su amor secreto, su vida rutinaria...
La protagonista es una mujer madura, perfeccionista, cascarrabias,
maniática, enferma de soledad, llena de contradicciones, a veces
cargante y otras tierna e irónica. Me ha gustado ver cómo, poco a
poco, se iba abriendo y contándonos su vida, aunque al pobre hombre
seguro que no le interesaba nada escuchar ésto recién levantado,
muchas de sus opiniones y críticas pueden ser compartidas, otras no
tanto.
Lo mejor que tiene este libro son las frases sobre libros y
lectura, sobre los vínculos que unen al lector con un libro
determinado, frases que merece la pena guardar y recordar.