domingo, 28 de octubre de 2012

"El libro de los veranos" de Emylia Hall



¿Cómo habría sido si las cosas hubieran transcurrido de forma diferente?







El prólogo y el principio de este libro me dejó en un estado catatónico de melancolía. Me ha sorprendido su lenguaje evocador y sugerente, la forma tan descriptiva y poética que la autora tiene de escribir y su capacidad para convertir recuerdos sencillos y cotidianos en algo mágico.

Se inicia con una cita de W.B. Yeats que marca el tono emocional de lo que nos encontraremos: “Cuando ya seas vieja y canosa, y con sueño des cabezadas junto al fuego, coge este libro y léelo soñando con la mirada suave que tuvieron tus ojos, y con sus hondas sombras”

Elizabeth Lowe, o Erzsébet, es una joven inglesa de 30 años, vive en Londres y trabaja en una galería de arte.

Está esperando la visita de su padre, David, un hombre tímido y triste, con el que tiene una tensa relación. David le trae una sorpresa: un paquete enviado desde Hungría. Después de una gran pelea con su padre, se debate entre la curiosidad por abrirlo y el rechazo a saber lo que contiene.

Al fin se rinde a la intriga y lo abre. Su contenido es una carta y un álbum. En la carta, Zoltán Károly, le comunica que su madre, Marika, ha muerto. El álbum, llamado “El libro de los veranos”, es el legado de Marika y sólo contiene fotografías. Las fotografías se tomaron a escondidas (“parecen secretos susurrados”) durante los siete veranos, de 1991 a 1997, que pasaron juntas en Villa Serena, junto al lago Barateon. Estas imágenes llenas de complicidad y felicidad traerán a su memoria una serie de recuerdos que le permitirán recuperar unos años de su infancia que decidió olvidar.

Erzsi nos irá narrando la historia de su vida que fue más o menos apacible hasta que a los 16 años descubrirá un doloroso secreto que la hará romper cualquier contacto con Marika y con todo aquello que le recordara a Hungría.



La novela es un análisis detallado de la infancia, las relaciones familiares, los recuerdos, el primer amor, los días de verano infantiles, el paso de la niñez a la adolescencia, la rebeldía, los descubrimientos sobre la vida de los adultos que nos rodean... que poco a poco nos sumerge en un estado de melancolía, de nostalgia y de pérdida.

Desde el principio el libro me encantó pero llegó un momento en que se empezó a hacer bastante repetitivo. Vamos conociendo su vida año a año, un verano tras otro, anécdotas y situaciones que se parecen bastante entre sí, que para mí fueron un bache en su lectura. Por suerte, las descripciones detalladas, al mínimo detalle, de sus vacaciones infantiles son compensadas con párrafos sobre su vida actual y todo está rodeado de una intriga, que se mantiene hasta el final, sobre cuál es la herida que no puede cerrar y la gran ofensa que no puede perdonar.

Se nota la adoración que la autora siente por Hungría, de la que se da una visión romántica y mágica , pero de igual forma se puede idealizar cualquier sitio en el que hayamos pasado los veranos de nuestra infancia.

En una entrevista que leí Emylia Hall dice: “Es la tragedia de la vida, que nunca podamos volver a vivir lo que estamos viviendo, es necesario reconciliarse con los propios recuerdos para darle sentido a tu vida, saber de dónde vienes y qué eres”.

Para mí ha sido una lectura muy agradable que te hace emocionarte, pensar, indignarte con algunos comportamientos, soltar alguna lágrima y acabar con una sonrisa de esperanza. Aunque a veces es algo aburrido por repetitivo y porque en realidad no pasan grandes cosas, simplemente páginas y páginas con detalles sobre la cotidiana.



Contiene espoilers

No he llegado a conectar con la protagonista. Puedo entender su comportamiento a los 16 años, cuando le cuentan el gran secreto tiene una reacción comprensible pero después cuando, se supone, madura no logro comprender cómo no es capaz de reconocer y valorar el amor desinteresado, sincero y firme que recibió de Marika durante 16 años.

El misterio no era para tanto, especialmente cuando fue una niña amada, protegida y mimada. No me extraña que Erzsi se convirtiera en una adulta tan triste ya que por su orgullo perdió la oportunidad de aceptar un amor maternal que le entregaban sin exigirle absolutamente nada.







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