Éste es el primer libro que leo de
Sophie Kinsella y puedo definirlo con una palabra: pura diversión.
La historia es muy entretenida, ágil,
fresquita, de las que empiezas y acabas con una sonrisa en la cara.
El contraste entre las personalidades de las dos protagonistas es
perfecta, una combinación explosiva con situaciones hilarantes y
llenas de ternura.
Lara Lighton es una chica de 27 años
que no está pasando su mejor momento. Su novio Josh la abandona por
e-mail, su socia y cerebro de la empresa se marcha de vacaciones sin
fecha de regreso, sus padres están preocupados por su situación y,
además, tiene que asistir al funeral de su tía-abuela a la que no
conocía y que ha muerto a los 105 años de edad en una residencia de
ancianos.
En el funeral se encontrará con toda
su familia: sus angustiados padres; Tonya, su maliciosa hermana;
Bill, su egoísta y elitista tío multimillonario; Trudy, la mujer de
éste; Diamanté, su mimada prima metida a diseñadora de moda. Todo
marcha bien hasta que una chica vestida al estilo años veinte
empieza a gritar ¡Quiero mi collar! Lo peor es que nadie más parece
escucharla o verla, solamente ella es consciente de esta presencia,
que resulta ser su tía-abuela, Sadie Lancaster, que no quiere ser
enterrada sin su joya más preciada.
Lara se verá obligada a parar el
funeral y averiguar qué ha pasado con el collar. Sadie tiene un arma
de persuasión infalible que no dudará en utilizar, una alegría
contagiosa, una personalidad arrolladora y una pasión por vivir que
logrará transmitir a su sobrina-nieta.
Un libro chick-lit muy divertido,
tierno, que no se centra en una historia de amor sino en una bonita
relación de amistad y con otros elementos extras: mentiras
familiares, amores imposibles, el mundo del arte, codicia, el
abandono de ancianos en residencias.