“Las victorias tienen tendencia a
desvanecerse. La destrucción -los muertos- se quedan a tu lado, te
tocan en el hombro, aminoran tu paso, te obsesionan de noche”
Serie Myron Bolitar, número 08
La promesa es el octavo libro de la
serie de Myron Bolitar y fue escrito en 2006.
El autor le dio un descanso de seis
años a este par de detectives aficionados aunque por “petición
popular” volvió a escribir sobre esta interesante pandilla. Se
notan muchísimo los guiños que hace a sus seguidores, el autor nos
ha mimado y nos ofrece un estupendo regreso, en el que todos sus
personajes cuentan con momentos estelares y espectaculares, todos
vuelven a su esencia más pura, divertida, sarcástica o letal.
Un regalo que me hace aún más
incondicional y adicta a esta serie, si eso fuera posible.
Myron Bolitar tiene 41 años y durante
seis años no ha tenido ningún problema, lleva una vida normal,
tranquila, casi aburrida. (“Había aprendido la lección. No metas
la nariz en los asuntos de los demás. No eres Batman, y Win no es
una versión psicótica de Robin”).
En su vida laboral también hay
novedades. Ha cambiado el nombre a su empresa, ahora es MB Reps y ha
diversificado sus actividades, representando a deportistas, actores,
autores y a cualquier tipo de celebridad. Esperanza es vicepresidenta
y jefa de la división de deportes.
Además, lleva dos meses de relación
con Ali Wilder, una periodista freelance. Ella es viuda ya que su
marido murió en el atentado del 11-S, y tiene dos hijos: Jack, de 9
años y Erin, que está a punto de comenzar la universidad.
En la fiesta de celebración de su
noviazgo, Myron escucha por casualidad una conversación entre Erin y
Aimee Biel (hija de Claire, una amiga y vecina desde la infancia).
Las chicas han terminado el instituto y para celebrarlo algunos
chicos cometen el error de beber y conducir, ellas comentan que se
subieron a un coche conducido por un compañero ebrio, lo que hace
que él recuerde a una hermosa compañera de instituto que murió en
un accidente de coche provocado por el alcohol.
Se queda tan preocupado que les hace
una clara promesa: si algún día están en un apuro podían llamarlo
a la hora que fuese, él las acompañaría donde quisieran, no haría
preguntas, no se lo diría a sus padres.
A las tres semanas, Aimee Biel lo llama
a las dos de la madrugada pidiendo su ayuda. Myron, fiel a su
palabra, acude en su ayuda. Va a recogerla al centro de Manhattan y
la deja en una tranquila calle sin salida de New Jersey, donde según
dice vive una amiga con la que pasará la noche.
Al día siguiente, los padres de la
chica descubren que su hija ha desaparecido. Y Myron es la última
persona que la vio. La desesperación y un gran sentimiento de
culpabilidad se apodera de él, por lo que hace todo lo posible para
demostrar su inocencia y localizarla antes de que desaparezca para
siempre.
Las cosas se complican cuando se
comprueba que, poco tiempo antes, ha desaparecido otra chica del
mismo instituto y en la mismas circunstancias. Katie Rochester,
desapareció sin dejar rastro días después de cumplir los 18 años.
Es la hija de un conocido mafioso, un hombre violento y con muchos
contactos que culpará a Myron y hará todo lo posible para que pague
por ello.
Bolitar vuelve a hacer una promesa,
esta vez a los padres de Aimee: hará todo lo necesario para
devolverle a su hija. Para ello, lo primero es averiguar la causa de
la misteriosa huida y establecer las conexiones entre ambas
desapariciones.
Este es el libro más extenso de la
serie y, para mí, uno de los mejores. La trama está muy bien
estructurada, no hay grandes parones ni pequeños altibajos como en
las anteriores. Desde las primeras páginas te vas metiendo en esta
intricada historia, con una gran variedad de personajes, cada uno con
sus problemas, sueños y errores que purgar.
El autor hace gala de su estilo,
intenso, enrevesado, complejo pero perfectamente comprensible y
seguible, y claro está, lleno de giros, vueltas y revueltas para
dejarnos absolutamente pegados a sus páginas e ir cambiando nuestra
visión de las situaciones, llegamos a pensar que no ha pasado nada y
que todo es un malentendido, pero al pasar de capítulo sientes que
todo ha acabado y que es imposible que haya un final feliz.
Los últimos capítulos son
impactantes, te vas deslizando por ellos sin respiro y con el corazón
en un puño para acabar en un final sensacional.
Simplemente genial.
- Contiene spoilers
Myron intenta seguir adelante con su
vida, sus padres están viviendo en Boca Ratón, Florida, y están
enfermos (Al con sus problemas coronarios y Ellen tiene Parkinson).
El compró su casa en Livingston, así que sigue viviendo entre la
casa de su infancia y el apartamento de Win en el famoso edificio Dakota de
Nueva York. Su corta relación con Ali funciona bien, aunque Win
opina que “ella es poco suculenta” y que a Bolitar le atrae su
vulnerabilidad y tristeza porque “llevas mucho tiempo sin salvar a
nadie”.
Aunque la intención de sus promesas
era buena, se verá envuelto en un feo asunto que pone en peligro su
relación con Ali y su amistad con Claire. Para salir tendrá que
jugarse la vida, volver a pedir ayuda a su equipo y hacer un profundo
examen de conciencia para acabar accediendo a saltarse las reglas y
los códigos morales y aceptar su don: la heroicidad y la justicia.
Todo ésto se relata en una escena muy divertida que termina con los
vítores y aplausos de sus amigos.
Además, por fin consigue cerrar su
vínculo con Jessica en una larga conversación nocturna, unos días
antes de la boda de ella con un exitoso broker. Aunque, Brenda sigue
en su pensamiento, no quiere dejarla atrás sino sufrir por ella
porque la paz de espíritu y olvidarla sería obsceno.
Me ha sorprendido que no se mencione a
Terese Collins, ella no aparece en el libro y no se da ninguna
explicación sobre su ruptura.
En lo que respecta a Win, por primera
vez sabemos qué le impulsó a convertirse en un arma letal y dónde
acaban los cadáveres que limpia. Con su extrema racionalidad es
capaz de saber lo que más le conviene a su gran amigo y aceptarlo
sin reservas.
Esperanza también sufre cambios en su
vida. Tiene un hijo, Héctor, y se casa con el padre, Tom. La escena
donde se cuenta la boda entre una hispana y un rico empresario
americano (es primo de Win) es otra escena llena de humor y de
tópicos que te saca la sonrisa.
Otro episodio que te saca la carcajada
es la aparición de Big Cyndi, con su chándal de lycra blanco y sin
ropa interior.
El tema ético central radica en la
universidad a la que irán los jóvenes, la presión que sufren ellos
y sus familias, la importancia de tener una buena recomendación, que
supone que sean admitidos o rechazados, y todos los chanchullos que
los padres son capaces de hacer por ésto. Cualquier cosa para
triunfar.
He visto dos cosas que me han llamado la atención:
- Win ha cambiado su forma de contestar al teléfono. Hasta ahora siempre lo hacía con su lacónico e irritante "Articula" para transformarse en este libro en un inesperado "Al habla" . No lo creía posible pero echo de menos su articula.
- En los libros anteriores se cuenta que Alan, el padre de Bolitar, tenía una fábrica de ropa interior en Newark. Al principio confeccionaban su ropa pero después se convirtió en un negocio de importación. Aquí, de repente, se nos dice que "ha vendido su ferretería."
He visto dos cosas que me han llamado la atención:
- Win ha cambiado su forma de contestar al teléfono. Hasta ahora siempre lo hacía con su lacónico e irritante "Articula" para transformarse en este libro en un inesperado "Al habla" . No lo creía posible pero echo de menos su articula.
- En los libros anteriores se cuenta que Alan, el padre de Bolitar, tenía una fábrica de ropa interior en Newark. Al principio confeccionaban su ropa pero después se convirtió en un negocio de importación. Aquí, de repente, se nos dice que "ha vendido su ferretería."
“La vida sigue. Eso era bueno ¿no?
La indignación cede y se va diluyendo lentamente. Las heridas se
curan. Pero cuando dejas que eso suceda, tu alma muere también un
poco”.