"Los humanos marcados con el signo de la bestia no pueden ignorar la llamada de la luna. Tampoco pueden rechazar el cambio"
Los libros sobre vampiros u hombres
lobo nunca me han llamado la atención, pero después de ver la
primera temporada de dos series que me han encantado, “Casi
humanos” y “Grimm”, me animé leer algo.
Esta historia me llamó la atención
desde el principio, una mezcla de regencia y romanticismo con
elementos de fantasía, que ha sido una agradable sorpresa.
Lily Rutledge es una solterona de 23
años que está al cuidado de su sobrino Oliver, de 12 años. Los
padres del chico murieron cuando el tenía 6 años, la relación
entre ellos siempre ha sido buena ya que ambos se adoran, pero
últimamente el muchacho está cambiando: ha crecido demasiado, está
agresivo, de mal humor y muy rebelde.
Ante la imposibilidad de controlarlo, Lily decide pedir ayuda al
tutor legal de Oliver. Después de años enviándole cartas sin
recibir ninguna respuesta es hora de hacerle una visita para hablar
personalmente con él.
Simon Westfield, Duque de Blackmoor, es
un hombre de mal carácter, vividor, independiente, poco acostumbrado
a tener responsabilidades y obligado a guardar un secreto que nadie
debe conocer. Aunque al principio es reticente deberá controlar sus
instintos, hacer frente a su responsabilidad y aceptar los cambios
que va a experimentar su torturada y tranquila vida.
Una novela muy entretenida, rápida de
leer, con un punto sobrenatural que la hace original y con unos
personajes secundarios que te dejan con ganas de leer la continuación
de la serie.
Lo peor: la portada. Vaya espanto.