"Escribir es como besar, pero sin labios. Escribir es besar con la mente".
Me animé a leer este libro por la gran cantidad de recomendaciones que hay en los blog y me alegro de haberlo hecho.
El libro es altamente adictivo, me lo leí en dos días, porque una vez que empiezas ya no puedes dejarlo. Es ágil, rápido, ligero, ameno con una historia moderna y actual, ¿quién no se ha equivocado al enviar un e-mail o mensaje de móvil? Normalmente queda en eso, en una simple metedura de pata. Pero este no es el caso.
Ellos continúan enviándose e-mail, pasando de una amistad, en la que los dos se desahogan contando sus penas a un desconocido, a una relación más profunda, pero siempre virtual. Ellos no llegan a conocerse y me gusta que los lectores tampoco sepamos cómo son físicamente, nos dan pistas, sus edades, trabajos... pero no sabemos, con claridad, nada sobre su aspecto. Según van escribiéndose mensajes más personales vamos compartiendo su necesidad de verse, de oirse, de pasar a otro tipo de relación porque ésa se les está quedando pequeña.
Pero también, sus miedos e inseguridades ante la idea de conocerse personalmente, su temor a no cumplir las expectativas que se habían hecho, a perder esta parcela de irrealidad que han creado juntos y donde pueden comunicarse sin temor, escapando de su rutina y de las máscaras que todos llevamos puestas. Bernard, el marido de Emmi, la define de una forma muy hermosa: "Una utopía de amor hecha de letras".
Emmi es una mujer con inclinación hacia los hombres con problemas, que están pasando una etapa muy dura en su vida. Se casó con Bernard, y adoptó a sus hijos, cuando el perdió a su mujer en un accidente de tráfico. Leo también está pasando una mala época, su madre, con la que nunca tuvo una buena relación, muere y termina una larga relación sentimental.
Leo es psicólogo, se supone que es racional y sensato, pero encuentra en esta relación una salida a su soledad, un escape a sus problemas. Creo que sólo escribe ciertas cosas cuando está borracho porque es cuando consigue soltarse, olvidarse de su sensatez y dejarse llevar por el corazón.
Una novela que mantiene nuestra atención hasta el final, un final que me encantó porque aunque todo queda en el aire, sabemos que hay una segunda oportunidad para reencontrarnos con Leo y Emmi.
"Uno adapta sus sentimientos al entorno sin descanso, es indulgente con quienes ama, asume cientos de pequeños roles cotidianos, hace equilibrios, compensa, sopesa para no poner en peligro toda la estructura, pues uno mismo forma parte de ella. Contigo, no tengo miedo a ser tan espontánea como lo soy en lo más íntimo de mi alma"
