"Un buen libro es la preciosa
savia del alma de un maestro, embalsamada y atesorada
intencionadamente para una vida más allá de la vida”
Es una lectura muy agradable aunque
esperaba algo más de ella.
La historia es sencilla. Estamos en el
pequeño pueblo costero de Hardbourough, en el año 1959, cuando
Florence Green, una mujer viuda de cuarenta años, decide abrir una
librería para ganarse la vida.
El sitio elegido es una vieja casa que
lleva años abandonada, Old House. Para ella es el sitio ideal, no le
importan las humedades, el mal estado en que se encuentra, el ruidoso
fantasma que la habita o el cuantioso préstamo que debe solicitar al
banco.
Como todos los cambios que se producen
en poblaciones pequeñas, la noticia será recibida con división de
opiniones. Algunos estarán encantados y otros no tanto. Por
desgracia para Florence, entre los reticentes estará la poderosa
señora Gramart que defiende que Old House debe ser un Centro de Arte
público y que para conseguir su objetivo no dudará en emprender un
sigiloso plan.
Para la inauguración hace un primer
pedido de 250 ejemplares y poco después, gracias al consejo del
señor Brundish, decide crear también una biblioteca.
Con tesón y entusiasmo, intenta hacer
todo lo posible por mantener el negocio a flote: contratará
Christine, una resuelta niña de 11 años, para que la ayude, venderá
una polémica novela recién publicada, “Lolita” de Nabokov, hará
reformas en un anexo de la casa para crear allí una sala de arte...
A pesar de todos sus esfuerzos por
salir adelante, algunos harán todo lo posible por sabotear sus
avances. ¿Lo conseguirán?
Cuando empecé a leerla pensaba que era
una novela sobre libros y sobre el amor a éstos, pero no es así.
Para la protagonista la librería y los libros es una forma decente
de ganarse la vida, una oportunidad de sobrevivir y poco más. No se
trata de una bibliófila que adora la magia de los libros sino de una
luchadora que busca con coraje su sitio en la vida. Quizá por eso me
ha dejado un poco fría, porque me esperaba algo distinto.
Sin embargo, me ha gustado. No me ha
aburrido en ningún momento aunque todo se desarrolle lentamente.
La autora hace una gran crítica de la
sociedad y ha conseguido transmitir el clima de presión en el vivía
Florence, las influencias de las fuerzas vivas del pueblo en el resto
de los habitantes, las veladas imposiciones a la que querían
someterla, las traiciones... poco a poco, todo se va encaminando hacia un final
poco amable.