jueves, 30 de junio de 2011

"El Lazarillo de Tormes"

¡Cuántos debe haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!




Se nota que es un libro que ha pasado por muchas manos, por varios tipos de tejuelos y etiquetas, eso nos demuestra una cosa: que es un libro muy leído.

Es un libro muy fácil de leer aunque esté en castellano antiguo, se entiende casi todo, pero si tenía alguna dificultad con alguna expresión consultaba las explicaciones a pie de página que tiene esta edición (también existen ediciones adaptadas, mucho más fáciles de leer, con letra más grande y más ilustraciones). Además, aunque tiene unos pocos de años (fue escrita a mediados del siglo XIV) la novela no ha quedado obsoleta sino que sus bromas, refranes y comentarios siguen haciéndonos reír.

Hace una gran crítica a la sociedad española, en la que lo más importante eran las apariencias y la honra, y a la iglesia que nos la muestra llena de corrupción, abusos, estafas y doble moral. También, nos muestra la enorme miseria en la que vivían los españoles en esa época, en la que, por contradicción, España era un imperio muy poderoso.

Los primeros capítulos son muy divertidos y nos muestran a un Lázaro más inocente y confiado. Después se va volviendo todo un poco más serio, lleno de crítica... a la vez que nuestro niño va perdiendo su simpleza y agudizando su ingenio para vivir.

Lázaro González Pérez o el Lazarillo de Tormes nos cae bien porque, a pesar de todas las situaciones y maltratos que vivió, su deseo siempre fue uno: “ser un hombre de bien”. Nunca eligió un mal camino ni mostró venganza hacia los demás, si algo no le interesaba daba media vuelta y seguía su camino.

Al final, logra su objetivo ganándose un oficio real: pregonero; casándose y viviendo en una buena casa. Pero aquí vemos que tuvo que renunciar a algo muy importante en la época, volvemos a la honra y al honor, para conseguir una vida estable y sin hambre.

Un final demasiado moralista aunque creo que si pensamos que desde niño tenía que ganarse la vida solo, no tenía familia ni amigos a los que pedir ayuda, pasando hambre (algunos días sólo comía ¼ de cebolla) y siendo maltratado, se podría entender, que lo prioritario en su vida adulta no fuera la fidelidad de su esposa.

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