Un libro sencillo, divertido pero sobre todo con una historia muy original.
La protagonista, una detective privada llamada Irene Ricart, está ingresada en un psiquiátrico pero cuando una tarde, sentada en el banco número 8, descubre la “teoría de los seis grados de separación” decide hacer todo lo posible para salir de allí y encontrar al asesino de su marido y de su hija.
“Seis grados de separación” es una teoría que intenta probar el dicho de que "el mundo es un pañuelo", dicho de otro modo, que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios. Seis pasos, seis grados. Irene empieza a trabajar en “Detectives Marín” convencida de que resolviendo cinco casos que le asignen encontrará al asesino de su familia.
Los compañeros de trabajo de la agencia y los protagonistas de los casos son muy curiosos y originales. Si a ésto le sumas que Irene Ricart te enamora desde el principio, por su tragedia, por la forma de afrontar la vida, por su ternura, por su buen corazón, te hace sufrir con su pérdida de vista... hacen que sea un libro muy recomendable.
Además nombra a mis adorados y añorados Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, lo que me ha hecho recordar los buenos momentos pasados con ellos.
"Rodrigo y yo nunca fuimos ni seremos... Salander y Blomkvist... por una simple razón: yo no era ni soy una justiciera"
Tiene un final sorprendente y redondo.
Un fragmento del libro que me hizo mucha gracia:
- Mamá, ¿a dónde van las personas que desaparecen?
- A Guayominí
- ¿Dónde está Guayominí?
- Ese es el punto, nadie lo sabe porque es un lugar que cambia y por eso necesitamos buscar tanto.
