martes, 22 de marzo de 2011

"La hora de las sombras" de Johan Theorin

"Sintió que todos esos años perdidos le oprimían el pecho; años en los que la añoranza del hijo desaparecido había sido mucho más fuerte que los agradables recuerdos que guardaba de él y que podrían haberla consolado, años en los que se había hundido en un agujero negro de pena mientras que evitaba enfrentarse a la vida."




Increíble. Desde que la empecé no pude dejar de leer hasta acabarla.


El libro forma parte de una tetralogía, “El cuarteto de Öland” donde cada uno de los libros está dedicado a una estación del año. Ésta es la primera parte y está dedicada al otoño, aunque se puede leer como un libro independiente ya que la trama se cierra perfectamente.


El título y su explicación es casi tan bonito como el libro. “La hora de las sombras” es un localismo que significa crepúsculo, era la hora de contar historias al caer la noche. Los que ya tenemos una cierta edad recordamos con mucho cariño este momento, cuando al atardecer, junto a la chimenea, los abuelos nos contaban y cantaban historias.


La historia está contada de forma muy pausada porque como Gerlof dice “Sólo creo que es mejor contar las historias a su ritmo. Antes la gente se tomaba tiempo para narrar historias, ahora todo tiene que ser deprisa y corriendo”.


El libro está basado en un hecho real que Theorin adaptó y enriqueció con una triste experiencia personal.


Nos encontramos con dos historias diferentes separadas por veinte años que el autor va alternando por lo que vamos descubriendo todas las claves poco a poco, viendo que entre ellas hay una relación y aumentado nuestra intriga porque todo apunta a una persona como asesino, con un pequeño problema, que llevaba diez años muerto.


Cada capítulo comienza con Nils Kant, vamos descubriendo su personalidad y todos los hechos que le hicieron desparecer en Sudamérica hasta que su cadáver vuelve a su tierra natal para ser enterrado en 1963. Después continúan con la historia de Jenss, un niño que desapareció en 1973 a los que todos dan por ahogado pero del que nunca se pudo encontrar su cuerpo.


Su madre Julia Davidsson y su abuelo Gerlof empiezan una investigación al aparecer una nueva prueba. Contarán con la ayuda del jefe de policía local Lennart Henriksson, quien también sufrió la pérdida de su padre.


Julia, con una gran depresión, enferma de remordimiento por haber dejado a su hijo solo ese día, adicta al alcohol e incapaz de enfrentar la vida sin saber lo que pasó, saca fuerzas para volver al sitio donde Jenss desapareció e intentar averiguar lo que pasó ese día.


Como nota curiosa y anecdótica, me hizo gracia que para entretenerse y relajarse leyera novelas rosas, por supuesto a escondidas porque eso no está bien visto.


“Muchas historias no tienen un final feliz... Lo más importante es que terminen”


Gerlof, un octogenario con una enfermedad rara que le ataca los huesos y entorpecen su movilidad, junto con algunos amigos de su edad van haciendo averiguaciones por su cuenta, preguntando a todos, viendo fotografías... y comparando las versiones para contrastarlas y encontrar las partes comunes. El día que desapareció su nieto, el estaba en su caseta de pesca junto a la playa y tiene una cosa segura: Jenss no estuvo en la playa sin que el lo hubiera oído, y por lo tanto, no pudo morir ahogado.


Una novela muy inquientante sobre dinero, tierras, venganza, grandes sueños...


Estoy deseando leer la segunda de Theorin, esperemos que la traigan pronto a la biblioteca.


"El asesino vino a nosotros... aunque ninguno de los dos lo vio".

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