viernes, 11 de mayo de 2012

"La lápida templaria" de Nicholas Wilcox

“Cada vez que abrimos una puerta nos encontramos otra detrás. Comienzo a tener la impresión de estar desempaquetando cajitas sucesivas y me temo que al final lo que vamos a encontrar es una minúscula cajita con nada dentro”.

 

Un libro decepcionante.

Al principio me llamó la atención porque estaba basado en un hecho real: una lápida que se encontró en Arjona y toda las leyendas medievales que la rodean. Pero el interés desapareció rápidamente ya que al libro le sobran muchas páginas y perifollos que no aportan nada a la historia.

Aburre por excesivo en todo: abarca demasiados temas y escenarios, se excede en descripciones que no tienen ninguna importancia, se desmadra en aventuras sexuales (tuve la impresión de estar leyendo una película de Alfredo Landa y las suecas) y tanto divagar hace que pierdas el hilo de la historia y el interés en ella. No da la impresión de trepidante y ágil sino de liado y espeso.

La novela nos cuenta la búsqueda que Pío Expósito, un ex-sacerdote que trabaja de profesor de instituto en León, emprende para intentar localizar la lápida templaria que encierra la clave para encontrar la Mesa de Salomón. Según los textos bíblicos, sobre esta mesa se grabó la formulación cabalística del Shem Shemaforash, el poder que permite acceder a Dios. Sus investigaciones atraen la atención de los servicios secretos del Vaticano y del Mossad que harán todo lo posible para ser los primeros en hacerse con estos objetos.

El final me parece que está bien resuelto, estaba claro que no se iba a descubrir nada que echara por tierra siglos de doctrinas y dogmas teológicos de la Iglesia Católica.

El autor aprovecha este libro para hacer una gran crítica al Vaticano y a todas la luchas de poder que hay dentro de él. Me hizo mucha gracia cuando lo define como: “cuna de grandes actores”.

En definitiva, un libro pesado, aburrido, confuso y falto de ritmo.

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