martes, 29 de noviembre de 2011

"Lo que me queda por vivir" de Elvira Lindo

"No fui yo quien protegió al niño... Fue él quien me protegió a mí, quien me sobreprotegió, porque en aquellos años en los que vivimos solos su presencia, siempre vigilante, atenta y correctora me obligó a sobrevivir."



Soy seguidora de Elvira Lindo desde hace tiempo, he leído toda la colección de Manolito Gafotas, sus Tintos de verano y la novela “Una palabra tuya”. Con todos ellos disfruté mucho, me gusta su forma de escribir, su sentido del humor y su sencillez.

Con este libro se ha roto la tónica ya que me ha dejado bastante fría y me parece muy flojo. La autora ha querido darle un tono más serio e íntimo y, quizá, eso es lo que he echado en falta, el humor y la ironía a la que me tenía acostumbrada. Además, ha sido la primera vez que no soy capaz de conectar o sentir simpatía por la protagonista de sus libros.

Antonia, con 26 años, separada y con un hijo, Gabriel, de cuatro años, nos hace un recorrido sentimental de su vida: infancia, familia, amores, veraneos en el pueblo, matrimonio, separación, amantes, trabajo, aborto, depresión... Ella está pasando un mal momento personal por lo que todo el libro está lleno de desesperanza, ilusiones rotas, insatisfacción y arrepentimiento.

Hay pasajes donde la escritora saca toda su capacidad para emocionar al lector. A mí me encantó la historia de la tía Celia, una segunda madre para Antonia, de su amiga Marisol, de su rebeldía ante las tradiciones de su pueblo y, especialmente, la anécdota en la que el aire le levanta la falda y sientes la desesperación de su hijo ante la posibilidad de que salga volando y desaparezca. Esta situación creo que es clave en el cambio de actitud de Antonia, justo después de su intento de suicidio descubre que su hijo siente terror a que ella desaparezca. A partir de aquí luchará para encontrar serenidad y superar su pena.

Al principio me pareció bastante confusa, mezcla fragmentos de su pasado con los del presente y cuesta empezar a encajar toda la historia. Cuando parece que tienes cada pieza en su sitio, de repente, han pasado trece años, el niño ya es universitario, ella está casada, vive en Brooklyn y está preparando su vuelta a Madrid.

Nos cuenta sus problemas con todo lujo de detalles pero pasa de puntillas en cómo logró encauzar su vida y salir de la inquietud en la que vivía. Al final, en el último capítulo me dio la impresión de que es una especie de carta dedicada a su hijo, en la que le explica su vida, sus sentimientos, todo el camino que recorrió... quizá buscando su perdón porque ella misma se considera una mala madre.

Una muestra de gratitud y amor a todas aquellas personas que la ayudaron en esos momentos de deriva.


"La literatura, de la que se desconfiaba por sistema, como casi de cualquier actividad que supusiera un mundo privado y ajeno al de los otros, era vista como la compesación a una vida frustrada"

Entradas relacionadas

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...