domingo, 30 de diciembre de 2012

"Los chicos que cayeron en la trampa" de Jussi Adler-Olsen











Serie Departamento Q, número 2


 
La segunda entrega del Departamento Q es muy entretenida, con un ritmo ágil, con una trama perfectamente hilvanada y con toques de humor e ironía que hacen más fácil digerir una historia tan dura. Aunque, reconozco que la primera parte me gustó mucho más.


Después de resolver el caso de Merete Lynggaard, Carl Morck se tomó unas merecidas vacaciones. Al volver al trabajo se encuentra con algunas sorpresas: su departamento ha adquirido fama internacional y unos colegas noruegos quieren conocer su forma de trabajo; su jefe le ha asignado una nueva secretaria, Rose Knudsen, una aspirante a policía que al suspender un examen decidió hacerse secretaria; además, lo primero que se encuentra en su despacho es el expediente de un caso de un doble asesinato que se cometió hace veinte años, lo raro es que el asesino confesó y cumple condena.

Nadie admite haber puesto allí el expediente así que Morck decide investigar un poco para esclarecer sus dudas. Sus pesquisas les llevarán hasta una violenta banda, personajes muy conocidos que están acostumbrados a hacer lo que quieren sin sufrir ninguna consecuencia.

En el verano de 1987, dos hermanos de 17 y 18 años aparecieron en su cabaña salvajemente asesinados a golpes. Los sospechosos fueron un grupo de jóvenes de familia bien que veraneaban en un lujuso chalé propiedad del padre de uno de ellos. No pudo probarse nada pero nueve años después uno de ellos se entregó y está en la cárcel.

Con el paso de los años los jóvenes se convierten en adultos poderosos e influyentes que han aumentado la fortuna familiar, “habían nacido en una cuna de plata y habían saltado al oro”, Ditlev Pram, es dueño de las principales clínicas privadas en Dinamarca y otros países, Torsten Florin es un diseñador de moda de fama internacional, Ulrik Dybbol Jensen es un exitoso analista de bolsa, Kristian Wolf falleció en un accidente de caza, Bjarne Thogersen confesó los crímenes y Kirsten-Marie Lassen, la única chica del grupo, desapareció sin dejar rastro.

Morck investigará la relación que había entre ellos, las razones de la desaparición de Kimmie Lassen, su forma de divertirse, el pacto de silencio que hay entre los alumnos del prestigioso internado... todo ello bajo las presiones de sus superiores para que deje el caso y no moleste a la alta sociedad danesa.


Poco a poco iremos conociendo todos los asuntos turbios, la crueldad y el sadismo de este peligroso grupo.



En esta entrega hay menos humor que en la anterior, Carl Morck sigue siendo irónico pero con más mesura y Assad sigue teniendo algunos lapsus con el lenguaje, además los asuntos privados de los protagonistas no tienen tanta relevancia, Hardy apenas aparece, Assad sigue siendo un misterio, aunque Morck tiene mejores relaciones con sus compañeros policías que en el anterior.

En resumen, una buena novela, llena de saltos temporales perfectamente ensamblados, con personajes bien creados (para mí la más sorprendente es Kimmie Lassen), con una trama muy intensa que hace pensar y horroriza por la crueldad. El misterio se conoce casi desde el principio pero el autor se las apaña para mantener el interés durante todo el libro.

Se vuelve a nombrar España en varias ocasiones: la Costa Brava, Fuengirola y Marbella. Además, el inspector Morck hace un viaje relámpago a Madrid, aunque parece que lo disfrutó poco.

La saga continúa siendo muy interesante así que seguiré con ella.





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