"Bah... mi hija lee demasiado. Ya era así de pequeña. Y luego va contando cosas raras".
Me ha parecido un libro ligero, muy fácil de leer, escrito con un lenguaje sencillo y cargado de humor que me ha hecho pasar un rato muy agradable.
Christine Schmidt, de 45 años y trabajadora en una editorial, planifica unas vacaciones junto con su amiga Dorothea, de 42 años. Pasarán dos semanas en la isla de Norderney, alojadas en la pensión de su amiga Marleen, de 51 años, a la que ayudarán en las reformas y nueva apertura de un “lounge” (un bar de toda la vida).
Pero antes de viajar, su madre le pide que se lleve a las vacaciones su padre ya que ella estará en el hospital para un operación de prótesis de rodilla y necesita algo de tranquilidad.
Heinz, de 73 años, es enérgico, imaginativo, tierno y un metomentodo, capaz de sacar de quicio a cualquiera. Además, trata a su hija como si fuera una niña, lo que ocasiona malentendidos y situaciones muy divertidas.
A los pocos días de llegar, Christine se siente atraída por Johann Thiess, un huésped, pero su padre no aprueba esta relación porque “tiene la mirada rara”. La plegaria de la protagonista me hizo dar carcajadas: ¡Señor, dame cerebro! Heinz decide averiguar qué esconde Johann formando una milicia de vigilancia para espiarlo y, de paso, buscarle a su hija un pretendiente más a su gusto. Serán dos semanas muy intensas para las tres amigas.
Me gustó el final, la escritora lo ha resuelto con la misma sencillez y serenidad que transcurre toda la trama.
Los títulos de los capítulos tienen el nombre de conocidas canciones alemanas (conocidas en Alemania, quiero decir) y son bastante bonitos.
El argumento no tiene una gran acción, sino que toda la trama se basa en las relaciones que establecen los personajes y en sus diálogos, algo absurdos unas veces, algo pesados otras, pero siempre con un toque cómico que no te hace perder la sonrisa en ningún momento.
No es un gran libro pero cumple a la perfección con lo que esperaba de él: entretener, pasar un buen rato y desconectar con un argumento tranquilo y sin complicaciones.
“Mi padre es un hombre: prefiere fingirse envenenado a mostrar sus sufrimientos”
