miércoles, 25 de junio de 2014

Luna helada de Jan Costin Wagner










Serie Kimmo Joentaa, número 1


Sinopsis

Sólo ha pasado un día tras la muerte de su joven esposa, pero el policía finlandés Kimmo Joentaa, incapaz de asumirlo, quiere volver al trabajo cuanto antes. No puede soportar quedarse ni un segundo más en su casa, situada frente a un lago de belleza inquietante, en un solitario paraje a las afueras de Turku.

En la comisaría, su jefe, el antipático Ketola, acepta asignarle un nuevo caso: una mujer ha aparecido muerta en su casa, asfixiada en la cama con una almohada. La puerta no ha sido forzada, no ha habido robo, no hay móvil. Joentaa no tardará en descubrir que se enfrenta a un escurridizo asesino en serie que se gana la confianza de sus víctimas y se obsesionará con la investigación.

La angustia que ambos sienten acabará creando una extraña empatía entre el criminal y su perseguidor.


Opinión

Me ha costado entrar en el libro porque al principio estaba un poco incrédula porque algunos diálogos son casi surrealistas y además es demasiado dramática pero una vez he cogido el ritmo lento e introspectivo de la narración me ha gustado bastante aunque con algunas excepciones.

Kimmo Joentaa es un joven policía que acaba de perder a su mujer, Sanna de 25 años. Es reflexivo, serio y se mueve por intuiciones en la investigación de asesinato. El autor sólo nos dice de él que es “joven y alto”.

La situación que está viviendo es desoladora y todo está impregnado por su sentimiento de pérdida, su dolor y desesperación, que intenta superar volcándose en su trabajo y defendiendo su teoría sobre los asesinatos.

La relación entre los policías del grupo es muy fría, no saben nada unos de los otros: si están casados, tienen hijos... como he dicho antes, algunas conversaciones entre ellos son bastante surrealistas ya que ninguno quiera dar datos sobre sus sentimientos, situación... Queda raro.

La relación entre su familia también muy fría: con su madre, suegra y cuñado.

La parte que no me ha gustado nada ha sido la importancia que se le da al asesino y a sus pensamientos. No me interesa meterme en la mente de ningún asesino, así que ejercí mi “Derecho a saltarnos páginas” (Daniel Pennac, “Como una novela”) y me quedé tan a gusto. Sin remordimientos.

Otra cosa que me ha sorprendido es el final, ¿puede ser más simple?


En definitiva, ha sido un libro que me ha dejado un poco descolocada. Esperaba otra cosa pero al final me ha gustado, me ha picado la curiosidad y seguiré con este policía.


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