Serie Kimmo Joentaa, número 1
Sinopsis
Sólo ha pasado un día tras la muerte
de su joven esposa, pero el policía finlandés Kimmo Joentaa,
incapaz de asumirlo, quiere volver al trabajo cuanto antes. No puede
soportar quedarse ni un segundo más en su casa, situada frente a un
lago de belleza inquietante, en un solitario paraje a las afueras de
Turku.
En la comisaría, su jefe, el
antipático Ketola, acepta asignarle un nuevo caso: una mujer ha
aparecido muerta en su casa, asfixiada en la cama con una almohada.
La puerta no ha sido forzada, no ha habido robo, no hay móvil.
Joentaa no tardará en descubrir que se enfrenta a un escurridizo
asesino en serie que se gana la confianza de sus víctimas y se
obsesionará con la investigación.
La angustia que ambos sienten acabará
creando una extraña empatía entre el criminal y su perseguidor.
Opinión
Me ha costado entrar en el libro porque
al principio estaba un poco incrédula porque algunos diálogos son
casi surrealistas y además es demasiado dramática pero una vez he
cogido el ritmo lento e introspectivo de la narración me ha gustado
bastante aunque con algunas excepciones.
Kimmo Joentaa es un joven policía que
acaba de perder a su mujer, Sanna de 25 años. Es reflexivo, serio y
se mueve por intuiciones en la investigación de asesinato. El autor
sólo nos dice de él que es “joven y alto”.
La situación que está viviendo es
desoladora y todo está impregnado por su sentimiento de pérdida, su
dolor y desesperación, que intenta superar volcándose en su trabajo
y defendiendo su teoría sobre los asesinatos.
La relación entre los policías del
grupo es muy fría, no saben nada unos de los otros: si están
casados, tienen hijos... como he dicho antes, algunas conversaciones
entre ellos son bastante surrealistas ya que ninguno quiera dar datos
sobre sus sentimientos, situación... Queda raro.
La relación entre su familia también
muy fría: con su madre, suegra y cuñado.
La parte que no me ha gustado nada ha
sido la importancia que se le da al asesino y a sus pensamientos. No
me interesa meterme en la mente de ningún asesino, así que ejercí
mi “Derecho a saltarnos páginas” (Daniel Pennac, “Como una
novela”) y me quedé tan a gusto. Sin remordimientos.
Otra cosa que me ha sorprendido es el
final, ¿puede ser más simple?
En definitiva, ha sido un libro que me
ha dejado un poco descolocada. Esperaba otra cosa pero al final me ha
gustado, me ha picado la curiosidad y seguiré con este policía.