domingo, 27 de octubre de 2013

"El momento en que todo cambió" de Douglas Kennedy



¿Verdad que al recibir una noticia horrible el mundo se vuelve repentinamente silencioso? Es como si el golpe de lo que acabamos de saber matara todos los sonidos y nos obligara a escuchar el silencioso abismo que es el comienzo del dolor.






Esta novela es mi primer contacto con el escritor Douglas Kennedy y me ha costado bastante entrar en la historia ya que los dos personajes principales no me han caído demasiado simpáticos y la forma de escribir del autor la voy a describir con un pasaje del libro, pág. 425:

"Y yo quiero ver más emoción en el libro -dijo mi editora.

Intenté satisfacer su exigencia... Pero mi editora tenía razón en lo referente al desapego que emanaba del libro y al modo en que el narrador... aparecía como un observador que no se implicaba en la acción, como un observador mordaz, irónico y aislado de los grandes dramas humanos que se desarrollaban a su alrededor.

La mayoría de los críticos lo consideraron entretenido y ameno pero un poco superficial, veredicto que yo no podría haber contradicho.”


Thomas Nesbitt, de unos 50 años, es un conocido escritor de libros de viajes. Desde hace unos meses, lleva una vida solitaria en su aislada casa junto a la costa de Maine. Siente terror por todo lo que signifique amar y ser amado, la única persona a la que adora es a su hija Candance.

Un día recibe un paquete desde Alemania, el nombre de la remitente lo traslada al Berlín de 1984. Allí vivió durante unos meses para escribir su segundo libro, conoció las diferencias entre las dos partes de la ciudad y experimentó la relación más intensa de su vida.

Petra Dussman era una refugiada política de la RDA y trabajaba como traductora. Se sintieron atraídos el uno por el otro a primera vista y comenzaron una apasionada relación clandestina.


El libro sin llegar a decepcionarme tampoco me ha llegado a enganchar, son de esas lecturas en las que pones el piloto automático y vas pasando páginas. El mayor interés se concentra en el final del libro: la quinta parte es maravillosa.


Aunque la actitud de los personajes está bien retratada y llegamos a conocer por qué actúan y se toman la vida cómo lo hacen, conectar con Thomas es difícil. Era un joven independiente, con éxito y muy orgulloso, incapaz de escuchar, de dar otra oportunidad y tan influenciable que dio más credibilidad a unos extraños que a su gran amor.

Entiendo que viviera toda su vida amargado ya que en el momento de tomar la decisión que lo cambiaría todo, al afrontar el momento crucial en que todo cambió, no fue capaz de confiar en la mujer a la que amaba; ciego de orgullo y manejado como un pelele por falsos amigos escogió el camino más rápido y que tanto le haría sufrir.

Como sucede en muchas ocasiones, el mejor personaje es un secundario que capta toda nuestra atención: Alastair Fitzsimons-Ross. Un pintor inglés rechazado por su familia, provocador y cínico. Uno de esos personajes muy humanos que se esconden bajo una fachada de mala educación e indiferencia.

Otro punto a destacar es el retrato que hace de la ciudad de Berlín, separada por su muro, y la diferente forma de vida en las dos Alemanias. La sociedad comunista de la Alemania oriental es terrible, nos muestra una sociedad opresiva, asfixiante, paralizada por el miedo y el chantaje, en la que nada ni nadie es lo que parece. Un caldo de cultivo excelente para espías que no dudan en manipular y destruir familias, relaciones y vidas para su beneficio.


En definitiva una novela algo entretenida, con un buen surtido de frases y reflexiones muy interesantes, que nos cuenta una historia de amor trágica e intensa sobre dos personas que tuvieron que separarse pero nunca dejaron de pensar el uno en el otro.

Lo mejor: la última parte del libro. Emotiva y genial.


¿Cómo podemos desprendernos de lo que una vez nos pareció esencial?



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