viernes, 13 de septiembre de 2013

"La invención de la soledad" de Paul Auster







En “Diario de invierno” el autor hace muchas referencias a este libro, me picó la curiosidad y lo tenía en lista de espera desde hace tiempo.

Hasta ahora había disfrutado mucho con todo lo que había leído de Paul Auster, así que este ha sido mi primer fiasco.


Se trata de una narración biográfica, al menos la primera parte, que comenzó a escribir en 1979, tres meses después de la muerte de su padre. Está dividida en dos partes: Retrato de un hombre invisible y El libro de la memoria.

En la primera parte, Retrato de un hombre invisible, nos cuenta cómo le dieron la noticia del fallecimiento de su padre, Samuel, su funeral y los días que hubo de dedicar a vaciar la enorme casa familiar para ponerla en venta. Aunque la relación entre ellos era muy fría, deshacerse de los objetos personales que marcaron la vida de ambos, hacen que Auster comience a reflexionar sobre la figura de su padre.

Analiza sus recuerdos, explica su comportamiento distante, lamenta el no haber tenido una relación más profunda, haberse sentido más protegido, amado o valorado, intenta justificar las acciones de un hombre indiferente a todo y que no se daba a conocer, además comparte los escasos momentos en los que un gesto o una palabra amable lo llenaban de felicidad.

Es una lectura amarga porque Auster, en su genialidad, nos hace partícipes del dolor que le supone a un niño verse privado del cariño y la compresión de su padre, situación especialmente triste
porque aunque siempre estuvo presente era más bien una figura decorativa, un ser invisible que a veces se materializaba en forma de sonrisa.

Aquí no nos cuenta la forma en que murió pero en “Diario de invierno”, su último libro, no tiene inconveniente en dedicarle unas líneas.

Vuelve a darle mucha importancia a las fotografías viejas y a los recuerdos que traen a nuestra memoria. Un detalle descorazonador es el álbum fotográfico sobre su familia.


La segunda parte, y más extensa, se llama El libro de la memoria no he sido capaz de leerla.

Lo intenté en varias ocasiones durante varios días, pero fui incapaz. Cada ver que mis manos ponían el libro delante de mis ojos, mi concentración empezaba a fallar y mi cerebro se negaba a encontrarle sentido a las frases.

Quizás sea para lectores más avezados o más interesados en la simbología que yo.

En resumen, una primera parte en la que he podido disfrutar de la habilidad del autor para tejer historias y para transmitir sentimientos, aunque éstos sean la indiferencia y el desinterés. Y una segunda parte que abandonado sin remordimientos.



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