“Hay determinados momentos de la vida en los que las
revelaciones nos asaltan con la velocidad de un relámpago, y de repente nos
extrañamos de no haber comprendido lo que siempre hemos tenido delante de
nuestras narices”
El libro comienza muy bien, creando una atmósfera de misterio
con tintes sobrenaturales muy atrayente, pero poco a poco va decayendo y
perdiendo interés, sobre todo porque no he podido conectar con la forma de
escribir de la autora. Me ha parecido algo espesa y me he acabado cansando.
Londres, 1888. Annabel Lovelace es una niña que vive junto a
sus tíos en el cementerio de Highgate y que tiene la extraña habilidad de
comunicarse con los muertos. Años más tarde, convertida en la médium más famosa
de Londres, será requerida por Scotland Yard para esclarecer la verdad sobre
unos horrendos crímenes.
Además, conocerá a un misterioso “Caballero Sin Nombre” con
el que vivirá un gran amor entre la vida y la muerte.
Aunque el libro no ha llegado a engancharme, tengo que
destacar los magníficos personajes que ha creado la autora. Annabel Lovelace y
lord Victor Rosenfield son dos personajes que enamoran.
Poco más puedo decir de un libro que no ha llegado a captar
mi interés a pesar de que cuenta con ingredientes muy llamativos: asesinatos,
romance, investigaciones, venganza, maltrato, amores imposibles, sorpesa
final...
Lo mejor: los personajes, especialmente los dos principales,
y una buena ambientación de la época.
Lo peor: el lenguaje recargado y artificioso.