“Cuando le faltaba de donde tirar por sí mismo, Santana se convertía en una máquina que exprimía a cuantos le rodeaban, en busca de nuevos hilos de los que tirar en la investigación que llevaba entre manos... [muchas veces] disfrutaba de cómo le daban razón científica a lo que él ya había resuelto con la más pura y primitiva de las intuiciones, fruto de muchos años de trabajo y, sobre todo, de paciente y detallosa observación de todo aquello que se concentraba a su alrededor”
El primer libro del Inspector Santana
me hizo pasar un rato tan entretenido que me he lanzado, sin solución
de continuidad, a por el segundo de esta trilogía. Me ha parecido
igual de sencilla, brillante y adictiva que el anterior.
En un polígono industrial de Sevilla
descubren dos cadáveres, uno calcinado dentro de un coche al que han
prendido fuego y otro, a pocos metros, el de un mendigo decapitado.
El inspector Santana y su equipo afrontarán una investigación que
abrirá viejas heridas ya que el principal sospechoso es Jorge Rojas,
un ex policía, antiguo compañero del inspector.
Al principio no hay pistas sobre el
móvil, el autor nos hace ir descubriendo este enredado caso poco a
poco y va creando una intriga que me tuvo en ascuas todo el libro.
Además, nos pasea no sólo por las calles de Sevilla sino también
por las de Bruselas y nos presenta a una nueva integrante del grupo
de Homicidios, Cristina, la única mujer del grupo, cuyas ganas de
aprender le hacen ganarse el mote de “La Mudita” pero que al
final se nos revela como un gran fichaje.
Me ha llamado la atención que se hable
del “Caso Arny” y de investigaciones suspendidas por orden
superior porque no interesa su repercusión social, ordenando a los
policías que omitieran los datos que no interesaban en sus informes.
En cuanto al lenguaje que utiliza, nos
encontramos expresiones muy utilizadas en Andalucía como
“encalamonar” y “tener el colmillo retorcido”, aunque me ha
parecido mucho menos cuidado que el anterior, incluso bastante soez.
En algunas ocasiones se hacía muy cansino leer tantos y tan variados
“improperios amistosos”.
Una buena novela policíaca contada de
forma amena y sencilla, que consigue engancharte desde las primera
páginas y que combina perfectamente intriga e investigación con una
trama de prostitución, contrabando internacional, moda, favores
políticos...
Por ahora no podré leer “Autopsia”,
el tercer y último libro que compone esta trilogía, ya que no está
en ninguna Biblioteca Pública de mi alrededor pero lo tendré en
mente para cuando surja la oportunidad.
“Saber más de la cuenta siempre es
un peligro”