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viernes, 12 de abril de 2013

"El silencio de tu nombre" de Andrés Pérez Domínguez



“Reconforta tener un nombre que pronunciar cuando te sientes desamparado”






 
Hasta ahora todo lo que había leído de este autor me había encantado, me gusta su forma de escribir, sus historias pausadas y sus personajes complejos y llenos de matices. Por desgracia, con este libro no he disfrutado tanto, se me ha hecho bastante largo y algo repetitivo.

Enero, 1950. Erica Walter, viuda de Emil Lieberman, un agente secreto alemán, debe abandonar rápidamente Salzsburgo para salvar su vida. Viajará a Madrid con unos comprometedores documentos por los que muchos están dispuestos a matar.

Cuando Martín Navarro, su amante desde hace años y agente del Partido Comunista, exiliado en París, tiene noticias de este viaje no duda en regresar a España para buscarla.

Aquí comenzará una enrevesada trama de espionaje en la que están implicados los comunistas, la Agencia de Seguridad franquista, la CIA, agentes secretos de la antigua Abwehr que viven tranquilamente en Madrid, una poderosa banquera


Una trama llena de traiciones, dobles intenciones, espionaje y, sobre todo, una hermosa historia de amor.


Como he dicho antes, aunque he disfrutado con su lectura no me parece que sea el mejor libro de este autor. Está claro que conoce a la perfección la historia y tejemanejes de esa época, y al querer darnos todos los puntos de vista posibles, al no querer favorecer ningún bando, ha sacrificado el ritmo de la trama. A cambio, conocemos todos los hilos argumentales desde la perspectiva de cada protagonista... aunque yo terminé con la impresión de que el libro daba un paso para adelante y, de repente cuando la historia crecía, dos pasos para atrás.

Como siempre, lo mejor son los personajes. Algunos malos malísimos pero la mayoría son muy complejos, llenos de matices, dudas, idealismos, ambición, resignación, honorables hasta en lo incomprensible, apasionados... son personas que han sufrido las terribles consecuencias de las guerras y que sobreviven a pesar de su desencanto.

Además, aquí nos reencontramos con un personaje ya conocido. Cuando vi los nombres, al comienzo de la tercera parte, casi me da un síncope de los buenos recuerdos que me trajeron.

¿El final? Pues, como siempre. Nos deja con la miel en los labios y con algunos bufidos de resignación.

A pesar del pequeño bache, seguiré leyendo los libros de este autor en cuanto vayan cayendo en mis manos. Para mí está dentro de los escritores que tiene un algo adictivo (junto a mi adorada Isabel Allende, Marta Rivera de la Cruz, Paul Auster, Harlan Coben). No me importa demasiado lo que me cuentan sino cómo me lo cuentan.


“Una millonaria beata, dos nazis nostálgicos de tiempos mejores, un agente norteamericano que se larga cuando las cosas se ponen feas, un español exiliado, un periodista comunista, la viuda de un agente alemán... y un sevillano con modales de aristócrata. Extraña mezcla de ingredientes para una misma comida. Y no parece que haya cuajado.”

miércoles, 21 de marzo de 2012

"El síndrome de Mowgli" de Andrés Pérez Domínguez

“Las utopías, o las quimeras, o como quieran que se llamen, son un engaño: nos las inventamos, las imaginamos, y cuando llega el momento de vivirlas las cosas ya no son como queríamos, o a lo mejor somos nosotros los que hemos cambiado”




Andrés Pérez Domínguez es un autor al que pienso seguirle la pista. Hace poco que terminé “El violinista de Mauthausen” y vuelvo a elegir un libro suyo. La forma que tiene de escribir y contar sus historias me encanta, ya me están gustando hasta sus defectos: es algo repetitivo y sus finales son totalmente abiertos. Nos repite las ideas y pensamientos de sus personajes una y otra vez, hasta dejarnos completamente enganchados a ellos, pero luego acaba las historias sin que sepamos qué ha sido de esos personajes.

El protagonista principal es Rafael Montalbán, un ex boxeador que se gana la vida con varios trabajos: portero en un club de alterne los fines de semana, matón a sueldo, cobrador de deudas ajenas... que ha tocado fondo y al que una participación en un programa nocturno de radio le da la oportunidad de cambiar de vida y cerrar viejas heridas.

Un corto mensaje sin firmar (“Cómo está mi cazador solitario”) le dará la fuerza necesaria para ir en busca del gran amor de su vida: Lola. Una femme fatale gaditana que lo traicionó dieciocho años atrás, de la que sigue profundamente enamorado y a la que está dispuesto a dárselo todo sin recibir nada a cambio.

Rafael Montalbán o Montaner, nombre ficticio que utiliza en sus trabajos, es un personaje muy sugerente, lleno de contradicciones, al que irremediablemente acabas adorando. No es un matón al uso sino que tiene unos sólidos principios morales “puede que algo retorcidos, pero principios al fin y al cabo”, es discreto, leal con sus compromisos, tierno, honesto, con un poso de bondad, valiente y luchador, alguien que a pesar de todas las derrotas y traiciones que ha sufrido no se rinde.

Su huida a Lisboa le sirve para superar la doble traición que le hundió la vida: una, la suya a la persona que le ayudó y que fue un como un padre para él, El Gordo; otra, la que sufrió en carne propia por parte de la mujer que amaba. Un intento de retomar su vida en el mismo lugar en el que se torció del todo hace dieciocho años.

En este libro, como en el anterior que leí del autor, hay pocos personajes: Rafael Montalbán, Lola, Luis, el Gordo, Chocolate, Paula, Teresa Bernal. Una gran historia de amor, venganza y traiciones, unos personajes que te atrapan y unos escenarios bien escogidos (la alegre Cádiz cuando encuentra a su amor y la melancólica Lisboa cuando sabe que la volverá a perder) han hecho que devore esta novela.

La fantástica explicación al título nos la da el protagonista: “El síndrome de Mowgli, es cuando estás en un lugar rodeado de gente y de pronto te sientes solo, como si fueras invisible, como si nadie pudiera verte ni tocarte, cuando te gustaría ser parte de algo pero descubres que nunca podrás formar parte de nada... Es, en definitiva, la desubicación, la falta de pertenencia, el deseo de ser aceptado por los demás y al mismo tiempo darse cuenta de que es imposible”


Con este libro recibió el XVII Premio Internacional de Novela Luis Berenguer (2008)

sábado, 4 de febrero de 2012

"El violinista de Mauthausen" de Andrés Pérez Domínguez

¿Cómo se lucha contra la injusticia cuando se vive en ella?



Impresionante, fantástica, increíble...

Rubén Castro Fernández, es un joven sevillano y republicano que en 1937 se exilió a Francia. Vive en París junto a su gran amor, Anna Cavour, de padre francés y madre alemana.

Un tranquilo domingo por la tarde, Rubén es arrestado en su casa por la Gestapo. Anna irá todos los días hasta su cuartel general para saber qué ha sido de él, de qué se le acusa, dónde será encarcelado... Aprovechando su desesperación, Robert Bishop, un agente norteamericano, la convence para que colabore con los aliados, con la promesa de ayudarla a encontrarlo.

Una tarde, Anna conoce al ingeniero alemán, Franz Müller. Su misión será clara “mostrarse con él todo lo amable que sea capaz” para conocer el trabajo que está realizando. Pero su amistad con Franz no será tan simple.

Cinco años después, Rubén vuelve a París en busca de Anna.

Con estos cuatro personajes, Andrés Pérez Domínguez es capaz de crear una trama durísima y realista que me enganchó desde el primer momento, para mí casi perfecta. Únicamente le pongo una pega: a veces es un poco repetitiva.

Cada capítulo está contado en primera persona por un personaje, lo que nos da una perspectiva global de sus sentimientos, sus acciones, sus motivaciones... Personajes que iremos conociendo poco a poco, que nos entristecerán y nos emocionarán, que nos harán sufrir, que deben luchar para salir del caos en que la guerra ha convertido sus vidas, pero que nunca pierden la esperanza. Una historia con continuos saltos en el tiempo (no pierdes el hilo de la narración en ningún momento) que te mantiene en vilo hasta el final.

"Antes o después uno se da cuenta de que el instinto de supervivencia es la fuerza más grande que se puede sentir, una corriente que arrasa con lo que se encuentra"

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