“Debía luchar, seguir luchando hasta
que aguantara el cuerpo o no aguantara. Prefería morir luchando a
seguir vivo vencido”
A este libro le tenía ganas desde hace
tiempo pero como era muy extenso lo dejé para el verano, los tochos
son para el verano.
Me ha parecido un libro entretenido,
instructivo, de fácil y rápida lectura. Aunque, reconozco que me
esperaba más ya que no ha conseguido cautivarme.
Esta es una historia de lucha, uno de
esos libros con protagonistas pobres que gracias a su inteligencia y
esfuerzo llegan a superar todas las adversidades de la vida a la que
estaban destinados. Rosendo Roca es hijo de campesinos, un niño
callado y tímido al que todos tachaban de “raro”. A la edad de 5
años, debido a un enfrentamiento entre niños, su familia se ve
obligada a marcharse de su pueblo natal.
Se establecen en Runera, en las tierras
del Señor Casamunt donde va creciendo, haciendo amigos y trabajando
la tierra sin descanso. Hasta que a los 21 años un corrimiento de
tierras pone al descubierto un yacimiento de carbón. Rosendo ve en
la minería una oportunidad única para salir de la miseria y firma
con el dueño de las tierras un contrato para explotar la mina
durante 50 años. Al final de los cuales, sería el dueño de todo o
perdería todo lo invertido a favor de los Casamunt.
Durante el primer año, cuando todo
parece perdido, conoce a Henry Gordon, un emprendedor escocés.
Juntos serán imparables.
Los problemas a los que se tienen que
enfrentar son muy numerosos: guerras, bandoleros, venganzas, lucha
obrera, huelgas, derechos feudales, poder de la Iglesia... pero
consigue superarlos todos gracias a la ayuda y los buenos consejos de
sus numerosos amigos y al apoyo de Ana Massip, su esposa.
Rosendo Roca es un personaje muy
carismático, un tanto extraño y callado pero de una gran
inteligencia y pragmatismo, siempre dispuesto a escuchar, a aprender
y a poner en práctica lo aprendido. Tiene un gran sentido de la
justicia social, en ningún momento quiere aprovecharse de sus
trabajadores para aumentar sus beneficios ya que para él lo más
importante es que todos obtengan beneficios de su unión, como
educación para los hijos de los mineros. Al final de sus días se
refugia en la lectura para intentar superar su dolor en la biblioteca
de la colonia industrial, su medicina es la lectura de los clásicos
(Séneca, Julio Verne, John Milton, Dickens, Lord Byron,
Stendhal...). Henry Gordon, cuando lo lleva a la biblioteca, le dice:
“Aquí tienes una buena manera de seguir construyendo: la lectura”
y nuestro protagonista, con lo aplicado que es, llega a vivir casi
exclusivamente para leer: “Vivo de la lectura y de los sueños que
despiertan”
El libro tiene momentos muy
emocionantes, uno de los que más me gustó es la despedida de los
dos amigos después de tantos años juntos.
Lo que menos me ha gustado son los
malos, los he visto sin fuerza y con poca enjundia, al padre le movía
el interés por el dinero y a los hijos el odio hacia los
agricultores que prosperaban. Creo que que Helena podría haber dado
mucho más juego en la historia
El triunfo del trabajo bien hecho, la
visión de futuro, la lealtad, el compañerismo... sobre la soberbia,
el anquilosamiento, el orgullo de clases, el feudalismo...
“De pequeño, la vida se me antojaba
demasiado grande. Incomprensible. Aún hay días que me lo parece.
Pero poco a poco uno se va construyendo un lugar. Y a veces lo único
que necesitas es no hacer caso de lo que te va sucediendo. Mirar
siempre adelante”