viernes, 8 de junio de 2012

"La herencia de la tierra" de Andrés Vidal


“Debía luchar, seguir luchando hasta que aguantara el cuerpo o no aguantara. Prefería morir luchando a seguir vivo vencido”







A este libro le tenía ganas desde hace tiempo pero como era muy extenso lo dejé para el verano, los tochos son para el verano.

Me ha parecido un libro entretenido, instructivo, de fácil y rápida lectura. Aunque, reconozco que me esperaba más ya que no ha conseguido cautivarme.

Esta es una historia de lucha, uno de esos libros con protagonistas pobres que gracias a su inteligencia y esfuerzo llegan a superar todas las adversidades de la vida a la que estaban destinados. Rosendo Roca es hijo de campesinos, un niño callado y tímido al que todos tachaban de “raro”. A la edad de 5 años, debido a un enfrentamiento entre niños, su familia se ve obligada a marcharse de su pueblo natal.

Se establecen en Runera, en las tierras del Señor Casamunt donde va creciendo, haciendo amigos y trabajando la tierra sin descanso. Hasta que a los 21 años un corrimiento de tierras pone al descubierto un yacimiento de carbón. Rosendo ve en la minería una oportunidad única para salir de la miseria y firma con el dueño de las tierras un contrato para explotar la mina durante 50 años. Al final de los cuales, sería el dueño de todo o perdería todo lo invertido a favor de los Casamunt.

Durante el primer año, cuando todo parece perdido, conoce a Henry Gordon, un emprendedor escocés. Juntos serán imparables.

Los problemas a los que se tienen que enfrentar son muy numerosos: guerras, bandoleros, venganzas, lucha obrera, huelgas, derechos feudales, poder de la Iglesia... pero consigue superarlos todos gracias a la ayuda y los buenos consejos de sus numerosos amigos y al apoyo de Ana Massip, su esposa.

Rosendo Roca es un personaje muy carismático, un tanto extraño y callado pero de una gran inteligencia y pragmatismo, siempre dispuesto a escuchar, a aprender y a poner en práctica lo aprendido. Tiene un gran sentido de la justicia social, en ningún momento quiere aprovecharse de sus trabajadores para aumentar sus beneficios ya que para él lo más importante es que todos obtengan beneficios de su unión, como educación para los hijos de los mineros. Al final de sus días se refugia en la lectura para intentar superar su dolor en la biblioteca de la colonia industrial, su medicina es la lectura de los clásicos (Séneca, Julio Verne, John Milton, Dickens, Lord Byron, Stendhal...). Henry Gordon, cuando lo lleva a la biblioteca, le dice: “Aquí tienes una buena manera de seguir construyendo: la lectura” y nuestro protagonista, con lo aplicado que es, llega a vivir casi exclusivamente para leer: “Vivo de la lectura y de los sueños que despiertan”

El libro tiene momentos muy emocionantes, uno de los que más me gustó es la despedida de los dos amigos después de tantos años juntos.

Lo que menos me ha gustado son los malos, los he visto sin fuerza y con poca enjundia, al padre le movía el interés por el dinero y a los hijos el odio hacia los agricultores que prosperaban. Creo que que Helena podría haber dado mucho más juego en la historia

El triunfo del trabajo bien hecho, la visión de futuro, la lealtad, el compañerismo... sobre la soberbia, el anquilosamiento, el orgullo de clases, el feudalismo...


“De pequeño, la vida se me antojaba demasiado grande. Incomprensible. Aún hay días que me lo parece. Pero poco a poco uno se va construyendo un lugar. Y a veces lo único que necesitas es no hacer caso de lo que te va sucediendo. Mirar siempre adelante”


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